Horizonte Político

Mientras los usuarios piden más colectivos para no viajar amontonados y deberán pagar más todos los meses el precio del boleto, llegó el momento de clarificar si es al sector empresarial al que le corresponde construir y colocar los refugios, y al Municipio indicar los lugares, o viceversa.
Por Verónica Bustos

El refugio, que es lo que se necesita, debe resguardar a los pasajeros de las condiciones climáticas mientras aguardan el colectivo. En el distrito de La Matanza, que no difiere mucho del resto de los municipios que conforman el área metropolitana, los refugios brillan por su ausencia.
Apenas un número borroso pintado sobre el tronco de un árbol es lo que el pasajero reconoce como “parada de colectivo”. Así las cosas, la odisea de los pasajeros empeora los días de lluvia. Algunos, con suerte, se cobijan bajo un alero rogando que el chofer se apiade ante la injusticia y detenga la unidad.
Abundan las historias de lamentos e impotencia que sufren los que más necesitan. Son innumerables las denuncias de este tenor que llegan a nuestra redacción. Ante este panorama, es inexcusable inferir que al Concejo Deliberante de La Matanza no le ha preocupado en lo más mínimo la problemática.
Los concejales de la Comisión de Transporte no han hecho un ápice para exigir que las empresas de transporte urbano de pasajeros cumplan los horarios estipulados. Como tampoco se han preocupado por controlar la construcción de refugios.
Esperemos que este año los ediles de La Matanza, además de realizar homenajes, se aboquen a trabajar sobre los problemas existenciales del transporte público de pasajeros. Es urgente que lo hagan. Para eso fueron electos y por eso es que deben honrar el voto de confianza. Aunque me atrevo a arriesgar, con conocimiento de causa, que la mayoría de los hombres y mujeres que batallan diariamente contra lo inefable, no conocen el nombre de sus concejales.